Emanuel Perrone le puso fin a su carrera futbolística que comenzó en Banda Norte y vio pasos por Talleres, Francia y Chipre. Aunque lo más destacado fueron sus quince años en el fútbol de Grecia. Pasando sus días en la ciudad y en familia repasó su recorrido en Europa.
El ejército de la Grecia antigua estaba formado por los llamados hoplitas, el cuerpo de infantería equipado con armamento pesado. La espada, la lanza, el escudo y los cascos eran característicos de estos guerreros griegos que supieron defender – a capa y espada – su tierra sagrada.
Los hoplitas se movían con gran facilidad entre los enemigos. La táctica militar preferida era el ataque por sorpresa en formación de falange: los soldados se disponen en filas consecutivas. Se defendían hombro a hombro y sus partes más débiles eran los extremos.
El hoplita es la definición perfecta para Emanuel Perrone. Riocuartense de nacimiento, que llegó en 2005 a Grecia y jugó por quince años. Un tanque del área, goleador, que si lo sacaban a los extremos podía costarle.
Emanuel hizo inferiores en Banda Norte, pasó con 16 años a Talleres de Córdoba y a los 22 llegó su chance europea. Migró en 2004 al Troyes de Francia, estuvo seis meses, y contrariado con la idea de retornar a Argentina decidió volar sin escalas a Grecia.
Ionikos, Apollon Kalamarias, Atromitos F.C., Asteras Tripollis, Kallithea F.C., Iraklis (dos ciclos) y AE Larisa fueron los siete clubes de la Superliga que vieron pasar al soldado Perrone.
En el medio (2011) tuvo un corto periplo en el Anorthosis Famagusta de Chipre, aunque sin dudas su segundo hogar y su primera cuadrilla fue Grecia.
Quince años en Grecia y siete clubes para Emanuel Perrone. Delantero surgido en Banda Norte.
En el país del sureste de Europa con miles de islas en los mares Egeo y Jónico, lleno de historia antigua y conocido como la "cuna de la civilización occidental", Perrone vivió sus momentos más destacados. Buenos y no tantos.
Allí formó su familia, pasó gratos momentos con amigos, gritó goles y vivió de cerca la “desgracia con suerte” de Lautaro Formica.
Emanuel y el “Laucha” compartían equipo en el Asteras cuando el defensor de Estudiantes sufrió un accidente en una playa griega que casi le costó la vida. Estuvo inmovilizado durante meses y se descartaba que vuelva a jugar al fútbol tras la fractura de dos vértebras que conectan el cuello con la cintura.
Por fortuna, hoy Emanuel lo cuenta como un mal trago que quedó en el pasado. Sentado sobre la punta de la mesa, lo nombra fuera de micrófonos y reconoce un gran aprecio hacia Formica.
Perrone da vuelta la página y empieza a repasar su trayectoria de adelante hacia atrás.
Recibimos la grata visita del goleador griego: Emanuel Perrone.
¿Lo agarró la pandemia acá (Argentina) o la intensión fue retornar?
Venía todos los años en junio y me quedaba un mes, pero hacia quince años que no venía para pasar las fiestas en diciembre. Esta vez hice eso, tenía pasajes para marzo y acá estoy todavía, esperando. Supuestamente en septiembre abrirán los aeropuertos y pueda viajar.
O sea que la intensión fue sólo una visita…
Tengo amigos en Grecia, uno de ellos es mi ex representante y la intensión es trabajar con chicos. Quiero empezar a llevar jugadores para allá, iba a empezar en agosto que es cuando se abre el libro de pases.
Tengo que agradecer porque me agarró (la pandemia) en el momento del fin de mi carrera. He visto la realidad de compañeros que siguen jugando y la están pasando difícil. Estoy acá con mi familia y disfrutando el tiempo libre, pero mis intenciones son volver a Grecia.
¿Son similares socialmente Argentina y Grecia?
Grecia es distinto por la forma de vida, la gente es mucho más tranquila. Tienen problemas pero no se vive tanto la inseguridad. En ese sentido la vida es mucho más fácil. En lo sociable sí son parecidos a nosotros, la gente te ayuda, es amable, cálida.
¿Y en el fútbol?
Tuve la suerte de ir en 2005, después de que ganaran la Euro en 2004. Ahí hizo un cambio el fútbol griego, se abrieron más oportunidades, los clubes crecieron económicamente y empezaron a llegar jugadores de renombre. Aun así siguen dándole más atención al básquet, pero casi todos los clubes revientan la cancha, sobre todo los grandes como Olympiacos, PAOK, Panathinaikos.
¿El hincha griego se parece al argentino?
El hincha es bastante pasional, pero no la sigue afuera de las canchas. Obviamente hay cruces entre hinchadas que ocurren dentro de los estadios, eso hizo que haya hinchas locales desde hace seis años. Creo que al ser un país chico es mucho más fácil de manejar ese tema.
¿Con quince años en el fútbol griego ya se hizo un nombre? ¿Es conocido Perrone?
Cuando era chico no, sólo había jugado en Talleres y no era tan conocido. Después con el paso de los años y el paso por los clubes sí me empezaron a conocer, hay cierto reconocimiento. Lo noté en este último tiempo, que me han llamado, entregaron plaquetas y me hicieron notas.
Llegó con 22 años a Grecia. ¿Se puede decir que se juntaron un joven con el paraíso?
Cuando fui no tenía ni idea qué era, dónde estaba ja ja. Si sabía lo que aprendíamos en el colegio. Llegué con otro chico entrerriano, Martín Benítez, nos llevan a Atenas, a un hotel a metros de la playa y decíamos entre nosotros ‘viste lo que es esto, no nos vamos más de acá’. Después con los años se fue dando, no sólo jugué sino que también disfruté mucho en los tiempos libres.
Previamente, entre Talleres y Grecia estuvo Francia…
A Francia llego después de un descenso de Talleres. Estaba en Necochea en una pretemporada, fue mi representante de ese momento (Carlos Granero) y me llamó para contarme sobre la posibilidad. Lo vi como una puerta que se abría en Europa, fui a Segunda División con posibilidades de ascender, aparte el entrenador me dijo que aprovechara. Así que se dio todo muy rápido, viajé en colectivo para Río Cuarto, le conté a mis viejos – que se querían morir ja ja – y después Buenos Aires – Francia.
¿Y cómo le fue?
Ascendimos a Primera con Troyes. Se me venció el préstamo después de esa temporada y los clubes no llegaron a un acuerdo para seguir. Había firmado un precontrato por tres años, pero no se dio al final. Ahí me revelé y le dije a mi representante que a Argentina no volvía, que buscara algo acá. Y ahí salió Grecia.
Pasó rápidamente del castellano al francés y del francés al griego. ¿Cómo fue la experiencia?
Grecia no me costó tanto, sí Francia. Pasé derecho de Talleres al Troyes y encima me fui solo. Cuando fui a Grecia ya sabía lo que me esperaba en ese tema, por la experiencia en el fútbol francés. Obviamente el griego me costó, pero había muchísimos argentinos y otros latinos que me ayudaron mucho más, se hizo más llevadero. Obviamente cuando aprendí lo básico y me hice entender, después no seguí aprendiendo.
Francia seis meses, Grecia quince años y ¿Chipre?
Fue una posibilidad que me salió luego de Atromitos F.C. Me quedaban seis meses de contrato y me vinieron a comprar. No estaba en mis planes ir, estaba cómodo en Grecia, pero lo intenté porque jugaban UEFA (Europa League). Duré seis meses, me costó desde el principio, cambiaron de técnico, así que rescindí y me volví. Grecia y Chipre manejan el mismo idioma, son como hermanos, lo que a mí me costó fue lo deportivo.
¿Y Argentina? ¿Nunca estuvo la posibilidad o las ganas?
Mi representante siempre me dijo que había posibilidades para volver. Cuando Gabriel Schürrer estaba en Lanús (2010 – 2012) estuve cerca de jugar ahí, pero por experiencias que me contaban chicos que se volvieron decidí quedarme. Por ahí si me venía no volvía a entrar más a Europa. Tampoco era una cuenta pendiente, no era algo importante y que tenía en cuenta.
De los quince años en Grecia, qué fue lo más destacado en lo futbolístico
Son varios los momentos que me quedaron. Con Asteras Tripolis se formó un grupo de muchos argentinos y compartíamos muchísimo tiempo juntos. Con ellos jugamos UEFA por primera vez, llegamos a la final de la Copa de Grecia. Y después en Iraklis, donde estuve cinco años, ascendí a primera y volvimos a jugar una final de copa. En iraklis armamos un grupazo en el vestuario.
¿Y de las inferiores en Talleres de Córdoba?
En Talleres aprendí todo, llegué a los 16 años y me hice ahí. Viví en la pensión y con los demás chicos pasamos momentos duros. Entrenábamos en cancha de tierra, renegábamos con la comida, el frío, hacíamos dedo para ir de la pensión al predio. Fue todo sacrificio. También le tengo mucho aprecio a Banda Norte, siempre digo que es mi segunda casa, hoy tengo un sobrino que juega ahí y mi familia está vinculada con el club.
En Río Cuarto hubo experiencias en Banda Norte y seleccionado de Liga…
Todo lo que viví acá en la Liga lo recuerdo siempre, cada vez que vuelvo me cruzo con esos chicos. Las redes sociales también ayudaron mucho a que nos encontremos. Son cosas que siempre tengo presente, las travesuras que hacíamos y las escapadas al ‘Ganga’ (Walter) Bardín que era el DT.
¿Si el Ema Perrone de 16 años ve al hombre de 38, lo ve completo, con algo pendiente?
No tengo ninguna espina, hice todo lo que me propuse y tuve una carrera soñada. Jugué y disfruté de esa vida, obviamente si me hubiese dedicado un poco más hubiese hecho mucho más, pero no hubiese hecho lo otro. No me puedo quejar de mis decisiones.
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Redacción Al Toque