Dicen que generalmente los goles son consecuencia del juego que un equipo practica para llegar a ellos. Pero muchas veces pasa que se encuentran goles que posibilitan hallar el juego que un equipo quiere practicar.

En las siete fechas que han transcurrido en el Torneo Argentino A, Estudiantes ha manifestado crónicas deficiencias a la hora de salir a buscar ese gol que le permita encarrilar un partido hacia sus intereses y desplegar su potencial a pleno.  Ese potencial existente que tiene el equipo de Hugo Mattea para jugar el fútbol que su DT, los jugadores y su gente pretende apareció solamente cuando pegó primero y tuvo que administrar el desarrollo desde una posición ventajosa. A saber, el mejor fútbol de Estudiantes se pudo vislumbrar en su dimensión en Santiago del Estero luego de que Gastón Bottino, tras una enorme corrida, jugada personal y mejor definición, abriera la cuenta. Después de ese tanto, el “celeste” se floreó. Otro partido en el que el “celeste” gustó fue ante Desamparados, en Río Cuarto. Recién en el complemento, otra vez Gastón Bottino abrió la cuenta de cabeza y después avasalló con fútbol y recursos a un Desamparados sin resistencia. Allí yacen los mejores momentos futbolísticos de un Estudiantes que dejó en claro que le sienta mucho mejor administrar los espacios y los tiempos que otorgan rivales con necesidades de dar vueltas historias.

Cuando los encuentros transcurrieron por la paridad o bien con la necesidad enraizada en Estudiantes allí aparecieron los problemas. Allí quedaron al desnudo algunas de las falencias que ofician de obstáculos para concretar los objetivos.

Desde afuera, sentados en una cabina de transmisión o bien en una sector de la popular o la platea es muy fácil decir “Estudiantes no tiene ideas”. Ésa es la frase más utilizada por a la hora de explicar los por qué no se puede arrimar peligro sobre los arcos rivales. Ese “no tener ideas” es un concepto tan amplio como vago. Las ideas deben generarse, deben producirse. ¿Cómo?, con jugadores que interpreten los momentos del juego. Y Estudiantes los tiene, y lo demostró en el Argentino B, pero le ha costado de sobremanera plasmarlo en este Argentino A en condiciones de necesidad.

Sería demasiado injusto (y simplista) recaerle sólo a los delanteros de turnos la carencia de goles de Estudiantes. Ahora bien, quienes están para hacer goles son los delanteros, eso está claro. Pero, ¿cuántas chances nítidas de gol Estudiantes generó para sus delanteros?. No muchas. ¿Cuántos mano a mano tuvo Uranga, Di Santo, Rodríguez –oficia de mediapunta- y Búffali con un arquero rival?.

Claro que los puntas deben aportar a la generación de los goles, pero el equipo debe propiciar el terreno para hallar las respuesta en los atacantes, que pasan los minutos dentro de los partidos luchando por entrar en contacto con el balón.

Y la responsabilidad tampoco recae sólo en los Rodríguez o Aimar, recae en el conjunto. En los volantes por afuera, en la distribución acertada del volante central, en la sorpresa que aportan las incursiones de los laterales.

Desde los análisis fríos, desde la tribuna, podrá afirmarse que a Estudiantes se ha faltado un cambio de ritmo de tres cuartos de cancha hacia adelante, ha carecido de sorpresa y recursos en la zona fuego para vulnerar a últimas líneas que se abroquelan junto a la línea de volantes para preservar resultados.

Claro que a todo ello, el rival juega, postula atributos, pero hasta aquí ningún oponente fue muy superior que Estudiantes, aunque hubo momentos en los que Estudiantes hizo grande a equipos pequeños….

Redacción Al Toque