No fue un deja vú. Fue otra vez la misma historia. Como en en otros partidos en este Apertura del Torneo Argentino A, Asociación Atlética Estudiantes no pudo sumar de a tres cuando parecía que tenía todo consumado para lograrlo.
Después de hacer un planteamiento defensivo inteligente a lo largo de todo el partido, donde la última línea se erigió como el principal bastión futbolístico, al celeste se le escapó en la última pelota de la noche un triunfo que era muy necesario.
Pero a esa solidez defensiva que impusieron Acosta, Carrizo, Palandri y Rodríguez, y a la resistencia que brindó Mancinelli, Estudiantes no le sumó el criterio necesario para quedarse con el encuentro.
Sin poder hacerse dueno de la pelota, en el complemento le cedió el control del juego a un Racing apurado y presionado por su gente. Con muy poco, la academia se fue convirtiendo en protagonista del partido y fue arrinconando al elenco de Hugo Mattea.
Impreciso, el celeste rifó constantemente la pelota y no supo controlar un juego. A esto hay que sumarle la ineficacia a la hora de definir en el contragolpe. Con un Racing volcado constantemente al ataque, el celeste no pudo cerrar el partido porque falló (tuvo cuatro chances claras) en la puntada final.
Párrafo aparte a la última jugada del partido, justamente la del empate. A los 44 minutos del segundo tiempo fue el momento en el que Racing llegó al empate a traves de un cabezazo de Héctor Sosa. Pero lo que generó la confunsión y el enojo de los jugadores celestes fue la actitud del arbitro del partido, Facundo Díaz, quien después del gol pitó e hizo el gesto de cobrar algo. Todo parecía indicar que había marcado falta en ataque, pero luego terminó convalidando el gol. Al final del encuentro el juez declaró annte los medios que había marcado penal para Racing y terminó retrazando la jugada por la anotación de la academia.
Bronca e indigación esa es la sensación que quedó en el seno del plantel de Estudiantes. Porque, una vez más, se terminó repitiendo la misma historia.
Redacción Al Toque