Los hechos de violencia que se sucedieron en las canchas de Río Cuarto y región en los últimos fines de semana hacen que la reflexión sea terminante: Paremos la pelota.
No la manchemos más. No justifiquemos en malos arbitrajes lo mal que se está jugando al fútbol y lo que es peor los errores de base que tiene nuestro fútbol.
Las ineptitudes dirigencial, de cuerpos técnicos, de jugadores que no llegaron a un nivel superior, todo, lamentablemente todo, se escuda detrás de un fantasma denominado árbitros.
Es cierto, ellos son seres humanos se equivocan y como tal son sujetos sometidos a la presión de un partido donde el resultado muchas veces depende de lo que ellos sancionan o dejan de hacer.
Es cierto, tal vez, la formación de ellos no sea la adecuada, que falte, pero cuántos nos involucramos en saber algo más sobre sus personalidades, cuánto más sabemos de sus exámenes, físicos, psíquicos, médicos y técnicos.
No hay tiempo para más. Basta. No se puede seguir con incidentes desde los seguidores, y ya este año en tres partidos de primera división A –la máxima competencia del fútbol regional- se agredió de hecho y de derecho a seres humanos que son árbitros.
Que paguen justo por pecadores, es el riesgo cuando lo máximo en competencia está en la cuarta división del fútbol nacional.
Hoy no se espera el debut en el torneo principal de AFA, sólo estamos palpitando el inicio de la categoría B del torneo Argentino.
Las entidades que participan en la LRFRC deben saber que no se debe, ni se puede continuar los certámenes de ésta forma. Mucho menos, intentar llegar al final de esta temporada con hechos de violencia cómo está sucediendo.
Paremos la pelota, antes que sea demasiado tarde.