A río revuelto, ganancia del “león”. La trillada frase, trastocada para la ocasión, resume en una expresión el enorme triunfo conseguido por Estudiantes de Río Cuarto sobre Alumni de Villa María, en la finalísima que protagonizaron por escaparle a la zona de promoción. El fútbol, la pulcritud, la lucidez no se hizo presente en el estadio Ciudad de Río Cuarto a lo largo de los más de 110’ de juego. Pero, dicen los que saben, las finales se ganan con actitud, con corazón, con sacrificio, con amor propio…y así lo ganó Estudiantes, que debió afrontar desde el minuto 19’ el juego con diez hombres por la expulsión de Cristian Acosta (en una confusa jugada que derivó en la grave lesión Román Strada, a quien debieron realizarle 25 puntos de sutura por un profundo corte en su rodilla). En base a esa enjundia y al orden táctico, el equipo de Hugo Mattea se sacó la mufa de no poder ganar, de que le empaten en los últimos minutos
Pasó de todo. Los primeros minutos se dieron tan cual el imaginario indica para un clásico. Duro, trabado, impreciso, sin un patrón de juego en ambos conjuntos. Pero un pelotazo cruzado y una fatalidad de la última línea “fortinera” le dio el gol que a la postre fue el de la victoria a Estudiantes. Un pelotazo cruzado de Chiaretta recayó a espaldas de los centrales, Gatto fue en busca del balón, pero antes llegó a la cobertura el marcador Alexis Díaz que cabeceó hacia su arco, pero nunca percibió que Ronco estaba saliendo a cortar. Así la bocha fue a dormir bajo el techo de piolas.
Después de ello, la visita esgrimió una tibia reacción hasta que el partido empezó a desvirtuarse con una serie de hechos sucesivos que corrieron la atención del juego propiamente dicho.
Todo comenzó cuando Strada emprendió un desborde por izquierda, llegó hasta el fondo pero se le terminó la cancha a mucha velocidad y dio contra el paredón. Al parecer en la acción Acosta lo empujó al volante villamariense y éste terminó golpeando de la mala manera y sufrió un profundo corte en su rodilla. El árbitro Sebastián Mastrángelo, de floja tarea, expulsó a Acosta. El partido estuvo parado por más 5’. Cuando se reinició el juego, Mauro Búffali pidó el cambio debido a que se resintió de un desgarro que lo afectó en la primera fecha del Clausura. El DT de Estudiantes hizo entrar a Maximiliano Gómez y rearmó la defensa: Reartes, Morsino, Sebastián Pérez, y Álvaro Rodríguez. Así, Gómez se ubicó como volante por derecha y Pérez Araya tomó la posición de volante central.
Cuando las acciones empezaban a tomar calor, con un Alumni presionando en post de empate, el encuentro volvió a suspenderse provisoriamente por una supuesta agresión al asistente número 2, Eduardo Lucero (habría recibido un elemento contundente proveniente desde la tribuna alta). Eso transcurrió a los 35’.
Por todo lo acontecido, el primer tiempo fue hasta el minuto 55’. Y de fútbol, poco y nada. Sólo intentos estériles de un Alumni nervioso, carente de ideas, sin volumen de juego, que siempre chocó con el orden de Estudiantes.
El complemento mostró algo más de lo mismo. Se potenció la solidez de un “celeste” que en base a la solidez diagramó el triunfo. La corrección en la marca de la última línea, el conmovedor despliegue en el medio juego, la conducción de Andrés Aimar (de lo mejor de la cancha junto con Álvaro Rodríguez) y el aporte inquietante de un solitario Nicolás Gatto bastó para un anémico Alumni, que cambió de sistema, se adelantó en el campo, puso un 3-3-1-3, pero careció de ideas, profundidad y conducción.
Estudiantes, asentado en esos recursos ya mencionados, y enmarcados en una solidaridad manifiesta en pos del tan ansiado triunfo, construyó una fortaleza que requirió en sólo una ocasión de José Mancinelli (tapó el único mano a mano que tuvo Vázquez en el arranque del complemento).
Los minutos transcurrían y evidenciaban la pobreza de un “fortinero” que no entendió el juego, incurrió en errores de conceptos y, por contrapartida, acrecentaban la fisonomía de un Estudiantes que no logró volumen de juego, profundidad ni jugadas de gol. Pero supo interpretar que la “finalísima” debía ganarse con otros argumentos. Y así lo hizo. Por ese acierto de interpretación y un despliegue conmovedor -a la salida de un viaje entresemana a Puerto Madryn-, el “león” se hizo fuerte justo en el partido en el que debía demostrar fortaleza. Para qué más. Deliraron las más de 5500 almas “celestes” por un triunfazo (aliviador, desestresante, desahogador) que lo alejó temporariamente fuera de la zona de promoción, aunque para el final de esta historia aún quedan capítulos por reeditar.
Síntesis
Estudiantes: Acosta, Reartes, Morsino, Álvaro Rodríguez; Pérez Araya, Pérez, Chiaretta; Aimar; Búffali y Gatto. DT: Hugo Mattea.
Alumni: Ronco; Yocca, Montenegro, Góngora, Díaz; Aimar, Damiani, Bolatti, Strada; Herrera y Vázquez. DT: Carlos Ranalli.
Gol: 15’ PT Díaz en contra (E).
Incidencias: a los 19’ PT expulsado Acosta (E). A los 30’ el partido fue suspendido por una agresión al asistente 2, quien habría recibido un elemento contundente desde la tribuna alta. A los 35’ el encuentro volvió a detenerse por un enfrentamiento verbal entre los bancos de relevos de Estudiantes y Alumni.
Árbitro: Sebastián Mastrángelo (Venado Tuerto).
Cancha: Estudiantes.
Foto: Gentileza Marcelo López Tobares
Redacción Al Toque