Tal vez ni el propio Jorge Martín Hairala ni los más futboleros incluso los hinchas de Central Norte de Salta a Mariano Moreno de Junín recuerden el 1-0 final a favor del “cuervo norteño” en un encuentro válido por la novena fecha de la zona C del campeonato Nacional 1982. Aunque sí ese match quedó registrado como el único disputado de manera oficial un 2 de abril de ese año… justo un viernes 2 de abril, día del desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas.
Inclusive todos los equipos de primera división saltaron a la cancha para completar a lo largo del fin de semana la jornada nueve del fútbol mayor organizado por AFA (ya con Julio Grondona en la cabeza). En tanto, miles de jóvenes argentinos “jugaban su partido” en el barro de las islas. El ente madre del balompié nacional tenía fuertes intereses, no le escapó al engaño y resultó ser funcional a la época más oscura de nuestra historia.
Tiempo más tarde, la AFA decidió cambiar el nombre del Torneo Metropolitano del ‘82 por el de “Malvinas Argentinas”, una semana después modificó la denominación por “Soberanía argentina en las Islas Malvinas”. Fue tanta la normalidad de los hechos que en plena guerra River y Boca jugaron el clásico a cancha llena.
Además el máximo organismo del fútbol argentino realizó su aporte, como toda la sociedad, al recién creado fondo patriótico. Desde las arcas afistas se desprendieron 100 millones de pesos para aportar a la causa. Futbolistas Argentinos Agremiados también colaboró, el 26 de abril organizó un partido en el que se recaudaron 190 millones de pesos para el fondo patriótico, cuyos verdaderos destinatarios nunca percibieron la ayuda. Ah, ese cotejo fue transmitido para todo el país y también las Islas Malvinas.
Los medios y el mundo fútbol palpitaban el advenimiento del Mundial de España y la defensa nacional del título conquistado cuatro años antes en nuestro país. A lo largo de la máxima cita mundialista, José María Muñoz no mencionó la palabra Inglaterra en sus relatos radiales desde tierras ibéricas y la TV volvió a emitir un partido de fútbol a la convulsionada isla (Argentina vs Unión Soviética).
En ese equipo “albiceleste” jugaba Osvaldo Ardiles, quien un 2 de abril vivió una situación que sólo el contexto lo explicaba. En un partido correspondiente a la liga inglesa, Ardiles recibió reprobaciones y ovaciones jugando para Tottenham ante Leicester City. Los rivales lo silbaban y le gritaban “England” cada vez que el argentino tocaba la pelota mientras que los simpatizantes del “Hotspur” lo alentaban con “Argentina, Argentina”. Cabe recordar que Ardiles perdió un primo, el aviador militar José Leónidas Ardiles, en pleno combate en Malvinas.
Luego de caer ante Italia y Brasil, el selectivo de Menotti se volvió antes de tiempo del Mundial de España y no hubo lugar para más festejos encubridores.
Existen más vínculos entre el fútbol y la guerra otorgados por un paralelismo entre botines y botas. Oscar Barnade, en un informe de Clarín a veinte años de la guerra, recolectó testimonios de futbolistas que vieron trastocada su carrera para combatir en las Islas. Por citar algunos ejemplos, Osvaldo De Felipe debutó en la primera de Huracán un año después de volver de Malvinas, Luis Escobedo (jugó en Los Andes, Colón, Belgrano y Vélez) en la fecha siguiente al desembarco le habían avisado que debutaría en el primer equipo “milrayita” y Gustavo De Luca estaba en la reserva de River pero nunca pudo debutar.
En fin… historias de un país con un sentimiento a flor de piel, el fútbol, y con un dolor hasta los huesos, la guerra de Malvinas.
Nota e ilustración: dborghi@altoquedeportes.com.ar
Redacción Al Toque