El partido de hoy remonta a tiempos felices. Hará revivir lo mejor de lo mejor. El contexto futbolero no será el mismo, el marco y el peso específico de quien estará enfrente sí. El palpitar del hincha en la previa, la expectativa reflejada en las boleterías, la charla del café, en el colectivo, en el almacén, en el taller mecánico…en fin. En todos lados, la luz propia de un partido de otro nivel alumbra por cuanto rincón se le ocurra. Esa luz que se desprende no hace más que acrecentar el recuerdo de una época gloriosa. Era la época de la vuelta a la democracia después del más paupérrimo período que le tocó vivir al argentino común, silenciado y torturado por la nefasta dictadura militar.
Era la época de los Nacionales: la de Merlini, Hugo Kempes, Hernandorena, Walter Gómez, Acevedo, Santechia, Viano, Daniel Álvarez, Alegre, el “flaco” Pitarch, Llop, Firpo, Palermo, Mentil, el “indio” Acevedo, Killer, Ramonda, del “negro” Carranza, del Carlos Trucco, Crema, Careaga, Coleoni, Corró, Roberto Mouzo…
Era la época del gran Don Antonio Candini, de Don Juan Spataro…
Era la época en la que los sábados a la tarde, mientras el riocuartense común paseaba con su familia por el centro de la ciudad, se entremezclaban con contingentes de futbolistas de alta alcurnia: el Boca de Alfredo Di Stefano, el Temperley de Humberto Zuccarelli, el Ferro de Carlos Timoteo Griguol, el espectacular River de Nery Pumpido, Francescoli, Gallego, el “Beto” Alonso, Alfaro, Saporiti, Tapia; el Huracán de Rodolfo Víctor Nieto, el Talleres de Daniel Willington…
La remembranza de aquello retorna en la imaginación del hincha “celeste” que peina canas con el Estudiantes-Talleres de hoy a la siesta. Es cierto, está –aún- un poco alejado aquél escalón al cual llegó acceder al fútbol riocuartense, pero desde lo simbólico, desde la ilusión y el deseo, surge desde las entrañas esa sensación divina de volver a ser…
Foto: gentileza Página Celeste
Redacción Al Toque