Inicio Quiénes somos Publicidad Contacto Enlace a Facebook Enlace a Instagram Enlace a Youtube Enlace a Twitter
  • PRIMERA A

    Final

    Renato Cesarini 13 Toro Club (CM)
    CRC TCSD

28-09-2008 21:28

Una marca registrada

Con los argumentos ya conocidos y sin despegarse del libreto, Atenas se quedó con el quinto clásico consecutivo sobre Estudiantes.
Todos los abrazos para el hombre gol, Fabricio Monetti

Caer en lugares comunes sería muy fácil, pero en este tipo situaciones se tiende a ello. Más después de que Atenas le propinara un nuevo y doloroso cachetazo a Estudiantes, en la reedición del clásico riocuartense enmarcado en el Torneo Argentino B 2008/09.

Por eso, es menester ir más allá en el análisis de otro éxito más del “albo” en condiciones adversas, con un hombre menos durante más de una hora de juego (Villaseca fue expulsado a los 21’ PT).

Primero debe quedar claro que no es casualidad que, otra vez, el equipo  de Néstor Billalva se retire del estadio Ciudad de Río Cuarto festejando. Un hincha de Estudiantes dijo en la platea: “otra vez llegaron una sola vez, la embocaron y listo”. Otro reforzó: “nosotros tuvimos la pelota, fuimos los que buscamos y nos vamos con la manos vacías de nuevo”.

Amén del paladar futbolístico de cada uno, el triunfo de Atenas es inobjetable, mire desde donde se lo mire. ¿Por qué?, porque lo supo abrir cuando el clásico se remitía a una maraña de imprecisiones (una cualidad que no todos tienen: la contundencia). Y lo hizo con un movimiento táctico casi perfecto. El volante por derecha tiró una diagonal al vacío, el delantero salió para dejarle el hueco, el cinco abrió la cancha y habilitó al lateral, que se proyectó y mandó un centro perfecto. El movimiento fue quirúrgico, y la definición de Fabricio Monetti, también.

A partir de allí, la historia conocida, los antecedentes de este último tiempo. El “albo” entendió el juego, lo interpretó bien y lo ejecutó con corrección. Con un hombre de menos, se mentalizó en preservar la victoria parcial con libreto que conoce y más le gusta. Y parece que Atenas sabe de jugar partidos de ese tipo. Y lo hace bien. Junta sus líneas, se mueve en bloque y no otorga grietas. Sólo dejó de ser el Atenas conocido cuando incurrió –de los 3’ a los 12’ del complemento- en errores puntuales que hicieron desestabilizar el funcionamiento de equipo. En ese lapso, Estudiantes tuvo dos chances netas de gol: una de contra y un mano a mano de Búffali que tiró por arriba.

Pero, acto seguido, Atenas volvió a ser Atenas. Y en base al recupero de solidez, a la concentración y, fundamentalmente, a la solidaridad para multiplicarse para cubrir espacios deshabitados, el equipo de Néstor Billalva forzó un final de partido tranquilo, sin sobresaltos, sin zozobras, sin Bardín revolcado y  angustiado.

Algunos se atreven a criticar la forma de jugar de Atenas, algo opaca, sin brillo, ni demasiadas apetencias ofensivas. Pero, ¿no será esa la fórmula?, este mismo equipo casi logra el ascenso al Argentino A en base a solidez colectiva e incluso, como reconocen desde el cuerpo técnico, con poco volumen de juego (pero mucho aporte de los pesos específicos de un plantel rico). ¿No será que este tipo de torneos se juega así?, si esto es realmente es así, Atenas codificó el mensaje y supo plasmarlo en el campo de juego, donde debe ser.

¿Y Estudiantes?. Poco, muy poco. Al igual que en las otras historias del clásico con final similar, nunca supo encontrarle la vuelta a la propuesta de Atenas. No logró agrietar el cerrojo defensivo de su oponente porque incurrió en errores de concepto (y además fue bien neutralizado por su rival). No hizo ancha la cancha, no armó sociedades futbolísticas (hubo falta de compromiso para con la causa), no tuvo un patrón de juego y, fundamentalmente, vio como se consumaba una derrota más en el clásico sin siquiera bombardearlo con centros al menos, como para forzar algún error. El técnico “celeste” lo intentó desde las variantes de nombres y tácticas, pero no encontró respuestas en las individualidades, en su capacidad inventiva y en su capacidad de sacar a flote una situación comprometida.

Esto no quiere decir que Estudiantes no tenga con qué, sino que ante su archirrival parece no tener con qué. El “estigma Atenas” parece ser muy fuerte (lleva casi 500’ sin marcarle un gol) y las consecuencias están a la vista (se evidencia en el aspecto anímico). Sólo los jugadores tienen las explicaciones, las respuestas del caso, quizá desde afuera se observan otras cuestiones, pero ya van cinco clásicos en donde Estudiantes no puede consigo mismo. Y esto es al menos llamativo, porque este mismo equipo de Hugo Mattea desplegó un fútbol de alto vuelo a fines de la temporada pasada cuando estaba con serios riesgos de descender, con todo lo que implica salir a jugar con esa presión.

¿Cuándo cambiará la historia?, se fue refunfuñando por lo bajo un viejo  plateísta. La contestación la tienen los propios protagonistas, sólo ellos pueden cambiar esta racha adversa que se ha transformado en una cruz. Pero debe tener en claro que el Torneo Argentino B no termina en Atenas, en Atenas empieza.

 

Franco Evaristi – Redacción Al Toque