El duelo de capitanes no terminó en el mero sorteo previo al match. Tanto Jorge Zalazar como Gerardo Acuña demostraron ser los pilares de sus equipos. Un compendio de la tarea del “cordero” y el “toro” en el campo moldense.
La experiencia al servicio del equipo en los momentos claves. El volante de Alianza es el sostén espiritual. Recupera, genera y ordena. En la primera final jugó en la zaga central y en el segundo juego arrancó como volante central junto al mendocino Flavio Ramos y finalizó jugando como marcador central defendiendo los últimos ataques de Ateneo. Durante los noventa minutos batalló con Marcelo Cuello y Nicolás Bonni y como si fuese poco marcó el gol del empate -su primer grito en el torneo- que le permitió a Alianza coronarse campeón.
Siempre está, es un abonado al gol. El delantero de Ateneo abrió el camino de la ilusión pero no alcanzó. El atacante definió una jugada que el mismo inició en la mitad de la cancha. Luego no tuvo otra situación para vencer a Sebastián Airaudo pero durante toda la tarde realizó el trabajo sucio. Pivoteó, luchó con la pareja de centrales de Alianza y cuando pudo se asoció con Maxi Foggia y Diego Vargas para crear juego en ofensiva. Una vez más fue el goleador del "tricolor" en el certamen. El centenario del gol dio otra muestra de que es un jugador de otro nivel.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque