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"Un pasado olvidado equivale a un futuro perdido." (Inscripción que se lee en el Museo del Apartheid, en Soweto, Sudáfrica).
El 20 de septiembre de 1984 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) entregó al presidente de la República Argentina, Raúl Alfonsín, el informe que tuvo como fin esclarecer los hechos sucedidos en el país durante la dictadura militar instaurada desde el año 1976. El Informe Sabato -así se lo denominó porque el escritor Ernesto Sabato presidía la comisión- tenía como fin recibir denuncias sobre las desapariciones, los vejámenes y los secuestros acontecidos dentro de aquel período a manos del régimen militar y generar informes a partir de estos. Ése informe se transformó en el libro Nunca Más.
Una historia no grata
El 24 de marzo de 1976 ocurrió lo que muchos esperaban: María Estela Martínez de Perón fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder, integrada por el teniente Gral. Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Emilio Masera y el brigadier Gral. Orlando R. Agosti. Designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla. Dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea manejen el futuro gobierno con igual participación. Comenzó el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. En este marco social desaparecieron muchos argentinos, algunos de ellos deportistas prestigiosos del país.
Prohíbido olvidar
Escribió el periodista Ariel Scher: “Las generaciones que vienen deben conocer que cosa es el horror, cuánto importa no olvidarlo y como se manifiesta en el deporte, un escenario enorme para todos los procesos políticos y sociales”.
De los 30.000 desaparecidos que dejó como saldo la sangrienta dictadura militar, muchos eran deportistas que contaban con un futuro más que auspicioso en sus respectivas disciplinas.
Es posible que la nómina de deportistas desaparecidos durante la última dictadura se actualice en el futuro con otros aportes. En Deporte, desaparecidos y dictadura (Ediciones Al Arco) de Gustavo Veiga, son veintiseis y la mayoría jugaba al rugby en San Luis, Los Tilos y Universitario, todos equipos de La Plata y su zona de influencia, una de las áreas del país más castigadas por la represión ilegal.
Entre varios nombres que siempre quedarán en la memoria, podemos recordar a:
- El atleta Miguel Sánchez (Piccioni, periodista de La Gaceta Dello Sport tomó contacto con familiares y compañeros de Sánchez e inició un trabajo que luego de seis meses desembocara en la publicación del libro “La carrera de Miguel”. Piccioni impulsó, además, la organización de una prueba atlética, también denominada “La carrera de Miguel”, por las calles de Roma, destinada a rendir tributo a Sánchez y a los desaparecidos argentinos.
- El tenista Daniel Schapira (Tenía 27 años cuando fue secuestrado por un grupo de tareas cuando viajaba en colectivo urbano. Una placa en el CENARD recuerda al tenista y militante popular detenido y desaparecido por la última dictadura militar. Un proyecto de ley, impulsada por el diputado Ariel Basteiro, intenta que el 18 de octubre de cada año -día en que nació Schapira- sea considerado el día del tenista. )
- El futbolista de Huracán de Tres Arroyos Carlos Alberto Rivada (único futbolista profesional desaparecido. Tenía 27 años cuando lo tomaron por asalto en su casa)
- La jugadora de hockey sobre césped Adriana Acosta (jugaba en Lomas y llegó a integrar la selección argentina. Tenía 22 años cuando fue secuestrada en una pizzería. La cancha de hockey sobre césped del CENARD lleva su nombre).
En Río Cuarto ninguno de los desaparecidos se dedicaba profesionalmente, pero sí algunos tuvieron ese vínculo, inseparable, entre deporte y sociedad:
- Juan Carlos Perchante (Tenía 27 años, completó sus estudios primarios en las escuelas Vélez Sarsfield y Nº 227 y los secundarios en el Colegio Nacional de la ciudad de Río Cuarto y tenía una pasión: el rugby. Jugó de wing en cuarta y en primera división de Urú Curé).
- Ignacio “corcho” Cisneros (Era guitarrero, mujeriego, montonero y futbolero. Estaba casado. Era ingeniero agrónomo recibido en la Universidad de La Plata. Desapareció el 15 de febrero de 1977 tras visitar a sus padres en Alpa Corral. Tenía 29 años cuando lo capturaron. Era un apasionado del fútbol, hincha de Boca Juniors. Por su cercanía al estadio de la Asociación Atlética Estudiantes desde muy chico fue socio del equipo celeste. Su padre lo llevaba ver los partidos de primera división y también jugó en las inferiores del club de sus amores. Ya en La Plata (ingresó a la Facultad de Agronomía en 1966) participaba de los partidos de fútbol que se disputaban en los torneos entre facultades.
- José Alfredo Duarte. (“Peco”, como lo llamaban sus conocidos por sus pecas abundantes, trabajaba en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Entre 1974 y 1975 lo hizo en el Comedor y en el Departamento de Imprenta y Publicaciones. Además de su actividad laboral, trabajaba en los barrios humildes haciendo asistencia social. Militaba en la Juventud Peronista. Era fanático del fútbol, hincha de Talleres de Córdoba, no faltaba a ningún picado y jugaba de delantero. El Aula Mayor de la universidad lleva su nombre).
Lo más tremendo que le pasó a los deportistas desaparecidos es que no se les permitió el futuro, porque tenían una importante formación educativa y un compromiso social, barrial o partidario que se contradecía con la ideología del régimen militar. Es por esto que fueron desaparecidos, pero a pesar de lo sucedido, hoy en día miles de jóvenes se dedican al deporte pero no abandonan sus ideales de una sociedad más justa, solidaria y “con memoria”.
Notas: mgasseuy@altoquedeportes.com.ar
Imagen: dborghi@altoquedeportes.com.ar
Redacción Al Toque