El expeditivo volante supo vestir las camisetas de Atenas, Jorge Newbery de Villa Mercedes, Sportivo Estudiantes y Juventud de San Luis e Independiente Rivadavia, aunque Deportivo Río Cuarto marcó su vida futbolística para siempre. ”Volví en el ’96 de Buenos Aires y le dije a mi familia que el fútbol no era para mí”, describió el talentoso mediocampista.
Marcelo Alejandro Frairía nacido el 21 de mayo de 1975 fue uno de los grandes baluartes que tuvo la Liga Regional de Río Cuarto y el fútbol de tierra adentro en los ’90.
Surgido futbolísticamente en Club San Buenaventura a los siete años fue dirigido por un tal Ricardo Tomás “Payo” Aimar.
Desde su niñez ya le veían dotes de buen jugador y fue así que ocho años después, ingresando en la adolescencia, partió hacia el fútbol grande.
Su estadía en AFA comenzó en Newell’s Old Boys de Rosario en 1990. Época en que “La Lepra” brillaba con el fútbol de Marcelo Bielsa y donde Frairía era dirigido técnicamente por Jorge Griffa, considerado uno de los mejores caza-talentos del país.
Su paso por Rosario duró cuatro años hasta que vino la posibilidad de marcharse a River Plate a comienzos del ’94. Frairía llega apadrinado por Héctor Pitarch (ex jugador del “millonario”, Estudiantes, San Lorenzo, Banfield, entre otros). Aunque las gestiones las habían iniciado el padre de Marcelo en conjunto con Carlos Elías (actual presidente de Defensores de Alberdi).
Con 20 años Frairía pareció encontrarle el fin a su carrera cuando gastaba sus últimos cartuchos en Deportivo Español. El contrato profesional nunca llegó y las posibilidades de debutar en Primera División de esfumaban.
Fue entonces que decidió retornar a su Río Cuarto natal en el ’96. Con un sentimiento de amargura y deserción, Frairía tenía pensado dejar el fútbol para siempre. Hasta que apareció Deportivo Río Cuarto.
El “canario” se alistaba para una participación histórica en el Torneo Argentino B de 1996 y así convertirse en el primer equipo de la ciudad, y región, en hacerlo.
“Fue un año muy especial en lo personal. Hacia dos meses que me había venido de Buenos Aires, no había cumplido el objetivo de llegar a Primera y hablé con mi familia: Les dije que el fútbol no era para mí y estaba bajoneado”, reconoció Frairía.
Y aseguró: “Me acuerdo que un grupo de padres que colaboraba en Deportivo vino a mi casa y me ofreció jugar. Acepté de mala gana porque mis ánimos no eran los mejores, pero después vino lo mejor, se formó un grupazo”.
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Frairía formó parte de un grupo de futbolistas jóvenes que asomaban como promesas del fútbol chacarero y que en un futuro se convirtieron en jugadores preponderantes de la época. Participó con Deportivo de aquel Argentino B y le dio una segunda oportunidad a lo que más amaba.
“En ese año fue un resurgir en mi carrera. Esa participación en el Argentino con Deportivo me abrió las puertas a un nivel superior. Después de eso me fui a Villa Mercedes y comencé a medirme con jugadores de más nivel que al tiempo estaba en Primera División de Argentina”, recordó Marcelo.
Y sobre sus pasos por el fútbol del interior, comentó: “A medida que iban pasando los años me iba haciendo conocido en los equipos de la región. Estando en Villa Mercedes vuelvo a Atenas y tengo un corto periodo. A partir de ahí empiezo a jugar en Juventud Unida y Estudiantes de San Luis e Independiente Rivadavia de Mendoza”.
Frairía dejó gratos recuerdos en San Luis y Mendoza (Independiente Rivadavia), aunque su mayor despliegue estuvo en la ciudad y ante los ojos del mundo futbolero ligado a Sportivo y Biblioteca Atenas.
En el “albo” tuvo tres etapas, en el ’96-’97, ’99 y 2004, cuando las “papas quemaban” a nivel institucional y el club estuvo al borde de la desaparición.
El despertar de Atenas llegó en lo futbolístico de la mano de José Sebastián Echeverría, quien junto a un gran grupo de jugadores le entregaron los títulos ligueros de la época. Ese resurgir pareció ser un efecto contagio a nivel institucional y con el pasar de los años pudo volver a los primeros planos.
“Es un poco contradictorio lo que viví en Atenas. Si me preguntás de que cuadro soy digo de Atenas. Llegué por “Cacho Echeverría, quien siempre me trató bien y mejoró, pero a medida que iban pasando los años en mis vueltas al club el trato no era el mismo con la dirigencia. No coincidía en un montón de cosas con los que manejaban el club, veían de otra manera la institución. Eso me dolió mucho, pero con la gente tengo la mejor, me gusta que siempre me crucen por la calle y me reconozcan”, indicó el ex volante ofensivo.
A la hora de elegir un DT que lo marcó, Frairía le tira flores a Echeverría y el propio estratega le devuelve la pared: “El técnico más importante que tuve fue Echeverría. Cuando era un pibe él me enseñó en medio de un montón de jugadores de experiencia. ‘Cacho’ siempre me recomendaba cuando venían a buscar jugadores a Río Cuarto. Lo bueno es que cada vez que me fui a jugar a otro lado por recomendación de él nunca le fallé”.
Por su parte, “Cacho” opinó: “Frairía ya me sorprendió de pibe. Con las canchas que había en la época, él le pegaba con una facilidad y tiraba unos centros perfectos a la carrera. Fue uno de los mejores jugadores que dirigí y que todavía tengo en la retina por lo bueno que era”.
Y fiel a su estilo, Echeverría dejó una perlita: “Tenemos una anécdota con Marcelo. Cuando él se suma a Atenas, que no había un peso, en uno de los entrenamientos le roban la bici y viene a avisarnos. Sobre que no había una moneda había que juntar plata para comprarle una. Todavía debe estar esperando (risas)”.
En el medio de sus estadías por San Luis y Mendoza, Marcelo Frairía tuvo pasos por los dos clubes de Alcira Gigena, Roncedo y Riveros, a fines de los ’90 y a comienzos del 2000.
El expeditivo mediocampista se retiró con la camiseta de San Martín de Vicuña Mackenna en 2007 tras lograr el ascenso a la Primera División A de Liga Regional de Río Cuarto.
“Me retiré en San Martín de Mackenna y me di cuenta que no iba a dirigir. Cuando jugaba hablaba mucho con los técnicos que tenía porque quería aprender. Sabía preguntarle cosas a Morcino, a Grassi, a Echeverría y siempre quería sacarles algo y ser así. Me di cuenta que no estaba a la altura por mi forma de ser”, reconoció el ex “patriota”.
Y cerró: “El fútbol de hoy es muy distinto, hay más recursos para ser mejor. Antes la patada más baja que te daban era en el pecho, te mataban. Un jugador de nuestra época, con las canchas de hoy, la rompe. Antes en Atenas a la cancha la regaba con una manguera ‘Cacho’ Echeverría, hoy en día es un billar”.
Fuente CEDAT (Centro de Documentación Al Toque)
Redacción Al Toque