El asesinato de George Floyd en Estados Unidos alertó a deportistas de elite negros, en un compromiso con antecedentes de varias décadas atrás. El racismo en la agenda pública mundial. Si vemos el racismo en otro país, ¿por qué no ver el nuestro?
Cuando el pugilista local Tito Ángel Pereyra participó de los Juegos Olímpicos de México 1968 no se imaginó que ese evento quedaría en la historia por razones que van más allá de un ring, una cancha o un estadio. Es que, luego de la represión y matanza a estudiantes previo al inicio de la cita olímpica, en la competencia final de 200 metros llanos los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos llegaron al podio -1° y 3° puesto, respectivamente- y realizaron el gesto más significativo de la historia de los Juegos modernos. Los puños derechos en alto, cabezas levemente agachadas. El símbolo del Black Power. Seis meses atrás, la movilizada comunidad afro descendiente en Estados Unidos sufrió el asesinato de Martin Luther King. Cinco años antes, le había tocado a Malcolm X.
“John Carlos y Tommie Smith participaron en la génesis del Proyecto Olímpico Pro Derechos Humanos que alimentó Harry Edwards en la Universidad Estatal de San José, en California”, recuerda el periodista español Santiago Segurola en una columna del diario Marca en octubre de 2008. Edwards daba sociología y contaba con un grupo de deportistas comprometidos entre los que se destacaba Lew Alcindor, conocido luego como Kareem Abdul Jabbar, máximo goleador histórico de la NBA. Abdul Jabbar fue uno de los primeros del ámbito deportivo en expresarse detenidamente tras la muerte de George Floyd por parte de la policía el pasado lunes 25 de mayo en Minneapolis. En Los Angeles Times, reflexionó: “La comunidad negra está acostumbrada al racismo institucional inherente a la educación, el sistema judicial y el empleo”. No fue el único del mundo deportivo en condenar el asesinato de Floyd. LeBron James, Serena Williams, Colin Kaepernick, entre otros atletas negros se sumaron de diferentes maneras. Jaylen Brown, jugador de los Boston Celtics, agarró su auto y manejó 15 horas hasta Atlanta para sumarse a una manifestación.
CHANGE!!! #ShutUpAndDribbleThisPowerfulBlackManComingFullSteam????????????????????
— LeBron James (@KingJames) June 4, 2020
El rapero Chuck D, fundador de la mítica banda Public Enemy, introduce sobre la desigualdad y la violencia hacia los negros en su libro “Fight the power. Rap, raza y realidad” (disponible en PDF acá). Fanático de los New York Knicks, afirma que, durante los ’90, si bien los negros han adquirido más espacio, lo son en lugares que ellos no definen: “La imagen de los negros en televisión no ha cambiado demasiado a lo largo de las décadas. Aparecemos cantando, bailando, contando chistes, protagonizando gags en comedias, comentando algo sobre una canasta doble o triple, o sobre una base robada, o siendo arrestados junto a un coche patrulla en Cops”. Agrega Chuck D: “El intelecto negro rara vez es proyectado desde un punto de vista negro. La comedia negra, sí. La vida familiar negra como algo gracioso, sí. El atletismo negro, sí”.
Time...... pic.twitter.com/0IWkSYrx7W
— Chuck D (@MrChuckD) May 31, 2020
El rapero ha visitado Argentina, invitado por la organización Diafar (Diáspora Africana en Argentina), encargada de mantener viva la memoria de los afro descendientes en Argentina y combatir el racismo. Federico Pita, uno de sus fundadores, se ha expresado ante el caso Floyd en Estados Unidos, afirmando que el racismo también está en Argentina y expresado en la dicotomía civilización (europeo) y barbarie (gaucho, indio, negro).
Los afro descendientes han sido negados en nuestro país, aunque se mantienen en palabras resignificadas por los dominadores. El periodista e hincha de Rosario Central, Carlos del Frade, ilustra en su libro “Peones Heroicos”: “La palabra quilombo significa desorden, caos, reunión sin ningún objetivo. Sin embargo en el dialecto kimbundú, la lengua de los negros angoleños (...) significaba asamblea, una reunión que tenía el objetivo claro que decidían sus integrantes. Los negros esclavos”.
La historia oficial se ha encargado de invisibilizar a comunidades y vestir a la Argentina de hijos e hijas de inmigrantes europeos, cuando más de la mitad de la población tiene descendencia de pueblos nativos.
En definitiva, si en Argentina tenemos nuestros negros, ¿por qué indigna o moviliza más lo que sucede fuera y no la violencia policial con violación en el Chaco a mujeres Qom, la muerte Luis Espinoza por parte de las fuerzas tucumanas, o las sospechosas muertes en comisarías de la vecina Villa Mercedes?
Asumir el racismo criollo implica en plantearse si consideramos inferior a una población, a quiénes designamos “negros” de manera denigrante, a llamar “hordas” a jóvenes en moto de sectores populares de Río Cuarto, a la indiferencia de cada detención arbitraria por la policía por portación de visera, en cada insulto, racista, en una cancha al árbitro o rival. El racismo también se juega acá aunque no lo problematicemos, aunque no haya un video con una rodilla policial asfixiando a un detenido. Si no sabemos que juega, difícil echarlo de la cancha.
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Foto: La Repubblica
Redacción Al Toque