Final
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Segundo tiempo
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La pasión por la pelota, el jugador polifuncional en el equipo de los amigos y los anhelos de llegar a “Las grandes ligas” para “darle todo a mi familia”.
Da la sensación que podemos estar días enteros charlando. Porque el tipo es muy interesante y en cada aspecto que aborda brinda una enseñanza. Y le gusta hablar y compartir lo que siente. No se guarda nada, emociona, ríe y se divierte.
Así es Adrián Sasso, un muchacho futbolero, que juega de “6” con los amigos y que se desvive por Banda Norte, el “lobo” del Parque Sarmiento.
“Me gusta mucho el fútbol. Soy hincha de Boca: no estamos pasando un buen momento (risas). Tengo muchos amigos que están jugando en el club… (Agustín) Cuello, (José) Abril, (Francisco) Falzetti son todos muy allegados y grandes personas. Pero mis amigos más íntimos ahí son Santiago Almirón y Álvaro Farías, me junto siempre con ellos”, cuenta y, por las dudas, debe anexar con quiénes va a la cancha. No sea cosa que después le pasen factura… “Tenemos un grupo de afuera que siempre vamos a alentar a la tribuna: ‘Leo’ Vogliotti, ‘Juampi’ Prucca, Elías Toledo, ‘Facu’ Acevedo… los nombro porque si no después me dicen que no los nombro (risas). Siempre estuvimos, en las malas y en las buenas”, resalta.
Su vínculo con el fútbol tiene mucho que ver con su crianza. Desde chico, más allá de los guantes y la bolsa, anduvo cerca de la pelota. “Me crié en el barrio Chino, donde está el Centro Cívico. Al lado del playón donde patinan hay una planta caída hermosa… esa era la planta del patio de mi casa”, detalla.
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“Me crié en el barrio Chino, donde está el Centro Cívico. Al lado del playón donde patinan hay una planta caída hermosa… esa era la planta del patio de mi casa”,
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“Después todo ese barrio creo que se fue a las 400. Nosotros nos fuimos a vivir al barrio Residencial Norte, por la (calle) Francisco Muñiz al fondo, y ahí me crie, en un ambiente muy futbolero. Al frente de mi casa vivió el ‘Popi’ Bracamonte y, en la esquina, José Abril y enfrente de él vivió Agustín Cabral, que también jugó en Banda Norte, y al lado Santiago Sáez, todos del club. Iban todos al club y me hice fanático. Festejé campeonatos, lo del Federal C, el Federal B. (A Banda Norte) lo adoro, es como mi segunda casa. Voy con mi hija, que le fascina ir a la cancha y es un momento sagrado porque son dos o tres horitas que estas con los amigos”, destaca.
La versión “profesional” futbolera de Sasso duró poco tiempo. El protagonista muestra el lado autocrítico y reconoce que “no reunía condiciones”. De todas maneras, se define como un marcador central al que sus amigos distinguen con características particulares…
“Un tiempo jugué en el club: era malísimo (risas). Y estuve en Universidad, donde casi llego a debutar en primera. Ahí jugaba y hacía boxeo”, rememora y, a la vez, cuenta sus cualidades para el balompié: “Cuando jugamos con los chicos me saben poner de ‘6’, porque pego bastante (risas). Siempre jugué de ‘6’, pero también lo hice de ‘3’ y de ‘4’. El año pasado salimos campeones en un torneíto de Edecop y terminé jugando de 8. Y las últimas cinco fechas atajé. Soy un comodín, de lo que me pongan voy”, cierra. El Sasso futbolero es todo un polifuncional.
Referentes
Como todo deportista que busca crecer y llegar a lo más alto, Sasso tiene lo suyo y mira e identifica cuestiones y características de cuatro boxeadores contemporáneos.
“Siempre saco un poco de todos. Me gusta mucho el corazón y la garra que Brian Castaño, el único campeón que tenemos acá. Es muy bueno contagiarse de eso. Ver boxear a Canelo Álvarez es terrible. Lo veo en sus redes e intento copiarle cosas. Y ni hablar de Mayweather. Y hay uno que, hoy por hoy, para mí es el mejor lejos: Blas Lomachenko. Ganó seis olimpiadas, ahora es profesional, tiene record de peleas invictas, es campeón Latino y FIB. Es un ‘animal’: hizo 556 peleas como amateur y perdió una sola. En su primera pelea profesional ya fue campeón del mundo”, explica.
Sueños, deseos y anhelos
Ahora sí, el diálogo ingresa en el tramo final. Porque Adrián tiene sus cosas y no queremos quitarle más tiempo. Fueron 40 minutos imperdibles para quienes tuvimos la chance de escucharlo. Pregunta básica o siempre presente en este tipo de entrevistas es qué sueña el protagonista. La respuesta es lógica. Lo que hace la grande y diferente es el contexto o el argumento que utiliza para validarla.
“Como todo boxeador (quiero) ser campeón del mundo. Pero el primer sueño es llegar a las primeras ligas. Ir a Estados Unidos a pelear con los mejores, esa es mi meta. Quiero llegar a las grandes ligas, siempre dejando todo arriba del ring con lo que se hacer. No importa si pierdo o si gano: quiero comprarme mi casa, pagarle la mejor universidad a Francesca y a Abel (sus hijos), y comprarles lo que les haga falta”, afirma y sigue: “Quiero darle todo a mi familia porque ellos sufrieron mucho. Y me gustaría despedirme temprano del boxeo, a los 30 al 35, porque me gustaría al básquet o al tenis, pero de joven”.
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“Quiero darle todo a mi familia porque ellos sufrieron mucho”.
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“A los 17 años me fui de mi casa, fui papá a los 18 y antes crie a un hijastro. No trabajaba, me dedicaba a entrenar, la mamá trabajaba y era algo loco porque yo solo entrenaba. Hubo veces que comimos tres veces fideos en el día, arroz o alcanzaba para un paquete de salchichas, se nos llovía la casa porque pagábamos un alquiler barato, no tenía para comprarme zapatillas y los niños no tenían masitas para llevar al jardín. Y todo eso lo sufrí un montón y lo viví varias veces”, describe serio y, a la vez, emocionado.
“Ahora soy boxeador profesional, soy becado por Deportes Río Cuarto, puedo ganar mi dinero, vivir bien y aparte me las rebusco dando clases de boxeo. Juntando un poquito de cada lado armo mi sueldito y tiro. Y los fines de semana no voy a dejar de trabajar de mozo, por más que sea campeón Sudamericano”, cierra.
Este es Adrián Sasso. El boxeador. El mozo. El que ayuda a sus compañeros para que no caigan en “la gilada”. El que trabaja con niños. El que, siendo un niño, “enseñaba a guantear y sacar manos” a estudiantes universitarios. El futbolero hincha de Banda Norte. El que se emociona al hablar de papá y mamá, y su familia.
También es campeón Sudamericano. Capaz que esto último sea lo de menos. Solo resta verlo retirarse de la cancha de Banda Norte, en su bici y con un enorme huevo de Pascua en brazos que ganó al colaborar en una rifa para el club, como para validar lo expuesto.
Este es Adrián Sasso. Un campeón con todas las letras. Y, fundamentalmente, con un carisma, un corazón y una guapeza, que lo trasforman en un ser más que especial.
Foto: Al Toque
Redacción Al Toque