Final
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Por comenzar
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En marzo escribió el capítulo más importante de su corta historia como profesional al adjudicarse el cinturón Sudamericano en Central Argentino. Un apasionado del boxeo y el fútbol. Un enamorado de su familia y de los valores que supieron inculcarle. Gran pugilista y mejor compañero. Con ustedes, Adrián Sasso.
El sábado 23 de marzo queda grabado en la retina de Adrián “Junior” Sasso, el joven pugilista que nació en Río Cuarto el 4 de octubre de 1995. Ese día se consagró campeón Sudamericano en un mítico recinto para el boxeo como históricamente se describe al Club Central Argentino.
A días de adjudicarse el título ante Leonardo Devesa, el carismático boxeador recordó el gran combate en el que se impuso por nocaut en el primer round pero también habló de su vida, inicios, la familia y su pasión por el fútbol –y, particularmente, por Banda Norte-.
El protagonista llega en bicicleta, pide permiso para ingresarla y se sienta. Sonríe rápidamente, se muestra sencillo y cálido para responder cada una de las respuestas. Naturalmente en algunas se emociona y en otras su rostro cobra seriedad.
“La verdad es que es todo nuevo. Si bien me ha tocado ir a otros lugares a pelear y estar con la prensa, es como que en esta oportunidad colapsó todo. Nos reímos con mi viejo pero es como que entras a otro mundo, dice sincero y jocoso.
Al referirse a la pelea, explica que todo el mundo palpitaba un combate largo –él mismo lo expresó en la conferencia previa-. De hecho, recuerda que en las apuestas “estaba mejor” su rival. “Mario (Arano, promotor del evento) no estaba muy confiado de quién iba a ganar la pelea. Todos decían que iba a ser una pelea pareja, en las apuestas yo creo que él estaba un poco arriba mío pero sabía que nos habíamos preparado para una pelea de este nivel”, analiza y añade: “Yo salí a disputar una pelea larga porque siempre decimos que el nocaut es un accidente, porque si él no me hubiera encarado en ese momento, yo no lo hubiera contragolpeado y no sé qué hubiera sido de la pelea. Dios me iluminó, pude meter esa mano justa y engancharlo justo en frío, que es lo peor para el boxeador porque te cuesta el triple recuperarte”.
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“Dios me iluminó, pude meter esa mano justa y engancharlo justo en frío, que es lo peor para el boxeador porque te cuesta el triple recuperarte”.
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Sasso considera que el triunfo y el acceso al título no fueron casuales, y que el periodo y la seriedad con la que afrontaron la preparación fueron claves del éxito. “Se hizo un plan de entrenamiento de tres años para que se diera este resultado y creo que ahora se va a hacer un planteamiento para tratar de defender esto. Hemos llegado de la mejor manera a esta pelea y creo que, cómo venimos entrenando, vamos a tener muchas chances de defenderlo. Pero, para aspirar a un nivel más alto e intentar llegar a las primeras ligas, vamos a tener que proyectarnos y trabajar tres o cuatro años más.
Pelear en casa
Además del hecho de combatir por un título, otro dato que caracterizó a la memorable jornada es que el combate se realizó en las instalaciones del Club Central Argentino, un lugar en el que históricamente se ha respirado boxeo, más allá de las distintas disciplinas que ofrece la entidad “roja” como básquet, gimnasia y paleta, entre otras.
Y eso también fue especial para Sasso, no solo porque se ha presentado pocas veces en Río Cuarto sino también porque le gusta mucha la historia del boxeo y conoce, a ciencia cierta, lo que implica salir a escena en ese recinto.
“Hice casi 60 peleas amateur y si peleé 10 veces acá… me acuerdo que a los eventos los organizaba mi viejo en el club Alberdi. Y ahora de profesional, que se me dé de boxear casi siempre acá, es muy importante para mí. Una porque la localía es importante, porque hoy en día si vas a pelear afuera es muy difícil ganar. Y que Mario Arano, que es un promotor de Buenos Aires, forme un proyecto acá y no solamente en Buenos Aires es genial. Si no es como que todo se encierra mucho allá y hoy por hoy el boxeo, a nivel nacional, ha decaído un montón”, comenta.
“Y lo del Central fue algo increíble. He visto muchos videos de boxeadores, me encanta la historia y me contaban que en la entrada de la calle Newbery dicen que ponían sillas hasta la calle para ver boxeo y la gente lo veía de lejos. Dicen que a la tribuna alta le echaban agua una hora antes para que la gente no se sentara y entrara más gente. Y cuando se armó la pelea yo dije: ‘voy a llenar el Central’. Porque hace 30 años que un riocuartense no es campeón (NdR: el último fue Sergio Rafael Liendo, en 1990) y eso la gente lo vio y creo que también he hecho un buen trabajo en mi carrera para que me fueran a apoyar”, recalca.
Al mismo tiempo cuenta una anécdota sobre un momento que experimentó junto su padre, Marcelo, que lo acompaña en cada entrenamiento y en el rincón, durante cada combate. “Estuve hasta las 21.30 viendo las primeras peleas y la gente iba entrando. Después me fui al camarín y mi viejo entró en dos ocasiones, y yo veía que me quería decir algo. Y antes de salir me dijo: ‘cuando subas al ring disfrutalo porque afuera está lleno’. Y lo disfruté desde el minuto cero. Fue una experiencia única, creo que después del nacimiento de mi hija fue lo más hermoso que viví”.
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“Fue una experiencia única, creo que después del nacimiento de mi hija fue lo más hermoso que viví”.
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Las sensaciones del título
La charla sobre la pelea ingresa en la recta final. Es el momento del nocaut y las primeras impresiones, explosiones, sensaciones del protagonista tras ver que el árbitro marca el final de Devesa.
Y al consultarlo, casi sin querer, pareciera que lo hacemos tambalear a Sasso. Tal vez no la vio venir y, emocionado –con lo voz algo entre quebrada-, sostiene: “Costaba creerlo. Se ve vino a la cabeza tantos años de trabajo porque si bien hace desde los 5 años que estoy en un gimnasio… es como si un jugador de fútbol está todo el día pateando una pelota y después hace un gol en el Mundial. Se ve vino a la cabeza cuando era chiquito, cuando le empecé pegar a la bolsa, cuando me hacía los cinturones con los toallones en mi casa o las cortinas… le hacía pedazos las cortinas a mi mamá. Se ve me vino que vi pelear a muchos campeones y siempre estaba ahí, sacándome una foto o para que firmen un autógrafo. Y ahora me tocaba a mí, pero desde adentro del ring”.
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“Se ve vino a la cabeza cuando era chiquito, cuando le empecé pegar a la bolsa, cuando me hacía los cinturones con los toallones en mi casa o las cortinas… le hacía pedazos las cortinas a mi mamá”.
Foto: Al Toque
Redacción Al Toque